jueves, 12 de septiembre de 2013

Raúl Deustua

Hoy, dos poemas de Raúl Deustua.

Raúl Deustua (1921-2005) fue parte del grupo que conformaban Fernando de Szyszlo, Blanca Varela, Sebastián Salazar Bondy, Javier Sologuren y Jorge Eduardo Eielson, a fines de los años 40. Durante mucho tiempo lo único que se conocía de su obra era la plaqueta Arquitectura del poema (1955). Solo hacia fines del siglo pasado pudo reunirse el resto de su producción poética. Un mar apenas (1997), publicado por la Universidad Católica, dentro de la célebre colección “El manantial oculto”, presenta diez breves cuadernos que Deustua escribió durante sus viajes por Europa y, en especial, alrededor del vasto universo histórico que es el mar Mediterráneo. Emparentado por Américo Ferrari con Roberto Juarroz y José Angel Valente, Raúl Deustua ha sido uno de los secretos mejor guardados (y esperemos que ya no más) de la poesía peruana.

PD. Por cierto, dicha edición se encuentre agotada.

De Vías también ciegas

Años de luz

El hombre ha vuelto a su morada,
estamos solos y nos corroe el tiempo,
dos sílabas apenas y el silencio.

Pienso en un prisma, allí la vida acecha
el color y la sombra, la ventana
abierta al mar, columna que en sí misma
goza en su vertical caída.

                                         Pienso
en el mortero secular, moléculas
de luz que suben por las venas, ojos
que ya los párpados no cierran.

A veces una gota que resbala
por el muro, y la mano mueve
el pesado ladrillo, el árbol solo
que dilata la muerte ya bastante lenta.

Pienso en la inmemorial rutina, en labios
que están ardiendo, zarzas y más zarzas
donde el hombre es el hielo que devora
su permanencia mineral, su voz
traspasada de pájaros herméticos.

Y cuando llega el tiempo los roídos
molares del silencio nos trituran:
queda la cáscara del sueño, leves
pisadas que el arqueólogo descubre,
años de luz inútilmente ardida.


De La voz interrumpida:

6

Hemos vivido hiriendo, manos
que duermen un instante,
que instan o tocan o transforman, sueñan
o son el sueño de la piel, la pálida
resonancia de un nombre, un nexo oscuro,
el revés mismo de la vida, venas
que llevan hielo al corazón del hombre.

La mano del amor tocaba el rostro,
una espiral de voces
rodeaba nuestra voces y vencía
en el destierro de la noche.
                                           Un pájaro
brutal y silencioso revelaba
la pausada unidad de nuestra herida.
Subíamos colinas donde ardía
la lámina del río, tenue el polvo
en los ojos, memoria de otros hombres
y otros rostros, lenguaje de las aves.

Pero he vivido hiriendo, herido, muerte
frustrada entre los árboles del sueño,
la columna de amor que se levanta
y dice sólo nada, sólo el eco
de tu risa.
                 ¿Recuerdas mis palabras,
mi voz deshilachada en tu memoria,
mi abyecta muerte cotidiana, viva
entre los vivos, entre piedras
arrancadas al tedio y al hastío?
¿Y si marchara
hacia tu muerte con  mis huesos libres
ya de pena? ¿Si fueras tú mi guía
entre mis libros y mi llanto, blanco
papel donde escribiera tu memoria
y hablara simplemente de tus manos?




martes, 10 de septiembre de 2013

Hay otra voz

Paulo César Peña

Hay otra voz, una que no me pertenece, porque no soy yo quien la domina, pero que, sin embargo, viene de mí y dice las cosas que estoy sintiendo en ese momento. Es capaz, siquiera por unos instantes, de capturar por el lenguaje los fenómenos que asaltan bien a mi organismo, bien a mi espíritu. Por supuesto que ese lenguaje muchas veces es figurado, pero, aun así, no miente ni pervierte lo que trata de transmitir dicha otra voz.

Debo aprender a escucharla para que no se extinga a los instantes y pueda extenderse sin problemas a través de los minutos.

La ausencia de la sensación —física o metafísica— deriva en el silencio o en el artificio.

De a pocos me he ido dando cuenta que para oírla soy yo quien debe comenzar a hablar.

Hurgo en mí mismo hasta lograr que el hoyo sea una boca más acorde con lo que necesita ser expresado.

Mi cuerpo es la herramienta con la que cavo.

Mi cuerpo es la tierra donde cavo.

lunes, 9 de septiembre de 2013

"Escribir es equivocarse" Taller de poesía con Carlos Quenaya

Y hoy le presentamos una de las primeras actividades de La Diosa Ambarina...

En colaboración con la Biblioteca España de las Artes del Centro Cultural de San Marcos, estamos organizando el taller de poesía "Escribir es equivocarse" que estará a cargo del poeta arequipeño Carlos QuenayaEl taller ha sido propuesto como un espacio para la discusión y la motivación de la escritura poética, propiciando el intercambio constante de experiencias e inquietudes comunes en torno a la creación literaria. Se busca promover la reflexión sobre la poesía, poniendo en evidencia sus relaciones con otros géneros y artes, así como su actualidad en los espacios tradicionales y los desafíos que plantean las nuevas tecnologías para su recepción. Los participantes que lo deseen podrán compartir sus trabajos para que sean comentados en el taller.

Carlos Quenaya ha ganado el segundo premio de la III Bienal de Poesía Washington Delgado, organizado por el Centro de Estudiantes de Literatura de la UNMSM (2005). Ha sido editor de las revistas Lego (2001, 2002), Enemigo Rumor (2005), Cuarto de Espera (2005) y Nadie Nada Nunca (2010). Ha publicado artículos y poemas en revistas como Tinta Expresa, Bocanada y Estereograma. En el 2008 publicó el poemario Elogio de otra vana invención, (Lustra Editores). Y en 2012 apareció su segundo libro de poesía, Los discutibles cuadernos, con nota crítica de Carlos López Degregori. Es docente de la Universidad Peruana Cayetano Heredia y la Universidad Femenina del Sagrado Corazón.

El taller será dictado los sábados 5, 12, 19 y 26 de octubre, de 11:00 am - 1:00 pm, en las instalaciones de la Biblioteca en el CCSM (Av. Nicolás de Piérola 1222, Centro Histórico de Lima).

Costos de inscripción: Sanmarquinos S/. 50 / Público en general S/ 80.

Informes: 619-7000 anexo 5213 / ladiosaambarina@gmail.com



domingo, 8 de septiembre de 2013

Jorge Eduardo Eielson

La poesía confunde el conocimiento: el conocimiento es débil. La poesía ayuda al conocimiento: el conocimiento es débil. El conocimiento, en cambio, no agrega nada a la poesía. Una metáfora puede ser el núcleo de un sistema filosófico. Un sistema filosófico no basta para desentrañarla: no olvidar nunca que una metáfora es un organismo vivo, la réplica espiritual de un organismo viviente. La elección de un lenguaje, de un verso, de un vocablo, cae dentro de los límites de una función irreversible. La forma del poema depende de la perfecta coherencia de sus partes y recibe el nombre de vida. Y dentro del ámbito de las fuerzas vivientes, el menor error, la menor falsedad, el menor gesto superfluo produce un monstruo.
No hay sino una sola posibilidad para escribir un poema: no creer en las palabras.


(“Para una poética en preparación” (1955). En: Arte poética. Lima: Ediciones del Rectorado de la PUCP. 2004. pp. 510.)

viernes, 6 de septiembre de 2013

¿Qué crees que ocurre cuando se escribe poesía? Escultura de palabras (por un lector de poesía)

Lisandro Gómez

¿Te ha pasado encontrar afuera, entre las cosas (porque también las palabras mientras están muertas son meros objetos) algo que creías dentro de ti?
Las palabras poseen algún tipo de misterio, una vida secreta, que reactiva el animal furtivo nuestro.
Poseen magia.
Nuestro cuerpo, nuestra percepción misma, funciona por resonancia. Cierro los ojos. Mis oídos son ahora el único lazo con la realidad: no definen nada, ni las figuras ni sus bordes, mas esa “imprecisión” se da siempre como un pulso. La carne y la piel vibran, como cualquier objeto de la faz de este mundo.Me ocurrió ayer. Revisaba un libro arduo de Haroldo de Campos, Galaxias, que me obsesiona por su oscuridad, porque no dice nada, y así está bien.                      
Tarde o temprano todo significa.
Como lector de poesía, me preocupo, y me asfixio, ante la “claridad” de nuestra época.
(Acabo de descubrir que me resulta más fácil encontrarme en la tercera persona: sin pudor, hablo sobre mí cuando lo describo:
salió trémulo de la habitación. apretó los ojos bajo la luz de la luna el viento se extiende siempre el mismo. lo había visto. era él. no importaba que su cuerpo fuera la ceniza pálida que conservaba en esa ánfora discretamente guardada. lo había visto el mismo. los ojos oscuros como perdidos y la sonrisa delirante y benévola de hacía poco). Palabras repetidas: trémulo, temblor, pálido, oscuro. Las encuentro siempre.
¿significa que estas reiteraciones dan cuenta de quién soy? En la poesía sucede algo similar:el arte se escinde entre lo personal y lo neutro. Asentado en la diagnosis no se hace poesía, pero el poema es la constatación de ese vago rumor, de ese vaho ríspido que rasga el vientre y escapa.
Dije claridad: yo mismo, en mi vida diaria, hurgo entre los objetos y emblemas de este tiempo para explicar o explicarme cómo y quién soy, desde cuándo y cuánto valgo. Recia costumbre del martirio, rezago de una cándida lectura de Sartre a los 19 años de seguro.
La bulla de la calle. Los hombres, sus sombreros. Sus catacumbas llenas de ollas de monedas y edificios de cristal y fierro y garras y espectros: una máscara, un reino. Camino para buscar entre los desechos, entre tanta luz que abruma, tanto brillo que maúlla y mata. El llanto no existe. Como tampoco la muerte. Ni el dolor.
Sorpresivo encuentro de un ritmo interno.
Sin necesidad de decir “algo”. Música. Resonancia. Vibración. Escucho el silencio en la respiración del poema que respira en mi boca. Lenta palpitación de las palabras en los labios que sintonizan instantáneos con el poema.
Un retumbar que recorre mis cimientos y mis huesos.
El poema es de nadie. La distancia entre su concepción y su forma definitiva distinguen al verdadero poeta del aficionado o del farsante.
(se dijo que en esa página no aparecía su nombre, por más que su nombre figuraba amenazante. “si estoy en la lista, vendrán a buscarme, tal vez hoy mismo; tal vez esperaban que revisara la lista para ir a buscarme, acaso alguien se dirige ahora mismo a mi encuentro. ¿no tengo escapatoria acaso?).
Buscar en el poema una redención.
Por más que nadie me vea o me escuche me mantengo firme sobre la arena río mareaardiente
aquí estoy
navego busco entre las espumas azules de la noche el vientre afilado de una mujer distinta cada vez
su resplandor es similar al viento o a las estrellas cuyos nombres he memorizado Asterion por ejemplo es similar a un enjambre de avispas o a las marcas escarlatas que tarja la peste sobre el cuero de las bestias
La magia de encontrar una música, que sin explicación alguna, sintoniza con el oscuro navegante que viaja en mí.
Oficio del lector de poesía: distinguir entre la luz y la luz.
El chisporroteo y la flama son reales, también los gatos, las flores de plástico en la mesa, el manuscrito nervioso que concluye.
Oficio del poeta: edificar “un libro o casi una escultura doblez y desdoblez da viaggio” (Haroldo de Campos). No decir nada: epifanía: pura escultura

(y escapó entre las manos un corazón de buey plateado todavía vivo y asesinó y se transformó y sucumbió y se desnudó y se estrelló y se hizo así como fue siempre se mantiene la noche y soy la noche disimulada entre los velos de la nieve).

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Acerca de La Diosa Ambarina

La Diosa Ambarina,uno de los personajes más cautivantes de la poesía peruana, aparece inicialmente en un poema del primer libro de Eguren (Simbólicas, 1911), y surge otra vez entre nosotros en uno de los últimos de Westphalen (Ha vuelto la Diosa Ambarina, 1988). Westphalen sostuvo que su gesto no tenía más fin que el de evidenciar su admiración por Eguren. No obstante, por la calidad con la que lo hizo, terminó reelaborando el sentido de aquella enigmática Diosa. Lo cual derivó en que se la concibiera inevitablemente como una representación de la Poesía.

La Diosa Ambarina es un grupo dedicado a la investigación, promoción y difusión de la poesía peruana. Reúne inquietudes provenientes de distintos ámbitos —el académico, el editorial y el de la gestión cultural— pero que coinciden en una sola gran verdad: la poesía peruana es una de las tradiciones más altas dentro de la lengua castellana. Nosotros estamos convencidos plenamente de ello.

Sin embargo, un conjunto de factores, que se sostienen entre todos, siendo unos más complejos que otros, ha llevado a que la literatura peruana sea para los propios peruanos una especie de satélite distante en el cielo, únicamente visible cuando consigue brillar demasiado (recuerden el Nobel de Vargas Llosa) o colisiona con algún otro cuerpo celeste (recuerden la “polémica” de Thays por la gastronomía).

La Diosa Ambarina se ha propuesto diluir tal alejamiento, a través de la organización de actividades de diversa naturaleza, tanto para un público “especializado” como para uno “aficionado”. Eso, frente a lo que ocurre aquí. Pero afuera, comparando realidades y deseos, creemos también que es más que factible el hacer del Perú una potencia cultural de la región a través de su poesía.Esta es la responsabilidad de nuestra generación. Sin importar el lugar que ocupe ahora en el campo literario. Entonces, La Diosa Ambarina quiere ser la plataforma desde la cual se comience esa justa labor. Depende de nosotros que no quede como un simple sueño.


Bienvenidos, y siéntanse parte de este proyecto.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Cuatro escenas aparentemente inconexas (para explicar el nacimiento de este impetuoso proyecto)

Me gustaría limitarme a comentar los objetivos que persigue La Diosa Ambarina. Pero aquello me resulta imposible sin antes contar cómo fue que caí en cuenta que era ella a quien venía buscando desde hacía mucho tiempo. De eso, y más, tratan las siguientes líneas.

1.
Hace unos días soñé que deambulaba extraviado a las afueras de una ciudad devastada. Era de noche y me acompañaban otras personas. Recuerdo algunos rostros, pero ninguno me pareció conocido. Quisiera decir que huíamos. Así dotaría de sentido a nuestra marcha. Porque en el sueño anterior —que mostraba un paisaje similar aunque iluminado por el crepúsculo— nos perseguían. Creo que éramos una pandilla de harapientos indeseables que debía ser eliminada. Sin embargo, en este segundo sueño nada de eso pasaba. Andábamos solamente. Entonces lo más probable, si es que un sueño era la continuación del otro, es que ya nos habían expulsado y pues no nos quedaba más que buscar un nuevo sitio dónde refugiarnos. De repente, en el cielo, surgió amenazante un látigo de luz azul. Apenas lo vimos, sentimos miedo. Era un rayo que comenzaba a formarse entre las nubes. Yo no podía dejar de mirarlo, pese a que cada vez se extendía más y más,cual si fuese una cobra que quisiera saltar hacia mi pecho. En cualquier instante iba a caer sobre nosotros. Gritamos con pavor. Nos lanzamos al suelo. Y lo vimos dirigirse a la tierra. Atravesó el aire en un par de segundos y una explosión se produjo de inmediato. Es aquí cuando termina mi sueño. Desperté bastante desconcertado. ¿Qué clase de mensaje expresaba un sueño como este? Solo atiné a escribir unos versos que me ayudaran a conservar aquella imagen en mi cabeza. Son estos: “¿Cómo será el fruto incandescente / de la enorme rama de luz / que vino del cielo?” Desayuné y unas horas después me conecté a Internet, tanto para saber de ti, como para averiguar por el significado de aquel sueño. Fue de ese modo que me enteré que soñar con un rayo de luz es algo muy bueno. Significa que por fin nuestra mente ha visualizado con claridad las cosas que quiere o que le rodean. Así que si durante tanto tiempo había esperado por una señal, ésta ya me había llegado.

2.
Cuando preparaba un artículo sobre la ensayística de Eielson, revisé una entrevista que el sabio campesino de Cerdeña le ofreció a Abelardo Oquendo, uno de los directores de Hueso Húmero, allá por 1981. Oquendo, en una de sus primeras observaciones, se refiere a Canción y muerte de Rolando y a Antígona y sostiene que detrás de la esplendorosa belleza que tales composiciones expresan, subyace no solo la terrible degradación de la materia sino también la muerte. Eielson le responde: “El poeta, simplemente, trata de poner en palabras la visión de una totalidad, aun si, como en este caso, esa totalidad es un derrumbe y un eclipse: son los reinos subterráneos, que terminarán por prevalecer sobre las trivialidades y los inútiles devaneos de la superficie. Esos reinos son verdaderos, son deslumbrantes y son nuestros. Como ellos, la poesía peruana será subterránea, será deslumbrante, o no será.”Aquella última frase reventó sin piedad el estanque de mi conciencia. Porque más allá de su nada casual similitud con la fórmula surrealista para definir a la poesía, descubría en ella una sentencia llena de convicción que me otorgaba en tan solo diez palabras una serie de grandes revelaciones. Ahora trataré de trasmitir algunas de ellas, en lo que mi lenguaje me lo permita. La primera: que se podía concebir a la poesía peruana como si de un solo cuerpo se tratara, uno que conforme transcurrieran los años no dejaría de crecer. La segunda: que aquel cuerpo no necesitaría de una luz exterior para que brillase, porque la energía de su esplendor emanaría de sí mismo, diluyendo, entonces, cualquier oscuridad que lo rodeara. La tercera: que dicho cuerpo necesitaba enterrarse en el suelo que lo albergaba, pero no con el fin de esconderse, sino con el de captar sus nutrientes —sus motivos para existir— de similar manera a la de las plantas que a través de su rizomas lo hacen del lugar donde se encuentran. Hay más, pero creo que con estas bastan para que se me comprenda. ¿No?

3.
Yo solía escribir poesía hasta 2008. Desde 2005 participé en varios recitales. Y cuando aún integraba el grupo Nudo de Voces, a mediados de 2008, surgió la idea de que nos publicáramos, de que fuéramos nuestros propios editores. Fui yo el primer seleccionado. No obstante, por motivos que no recuerdo, decidí ya no publicar. Los demás tampoco se molestaron en mostrar lo suyo y, finalmente, la idea, el proyecto y el grupo se cancelaron.Cada uno siguió su camino. En mi caso, fundé y dirigí una revista de ensayos llamada Estereograma. Conseguí un trabajo de tiempo completo. Terminé la universidad. Me fui de mi casa para vivir solo. Llevé un diplomado en Gestión Cultural. Y entre una y otra experiencia viajé desde las cumbres más luminosas hasta los más infernales rincones del corazón. Durante esos años mis únicos vínculos con la escritura fueron mis pobres cuadernos de tapa negra donde no recogí nada más que meros apuntes ocasionales. La poesía parecía un asunto olvidado. Pero todo cambió en 2013. Debido a una monografía que realizaba para otra persona, puesto que también fungía de negro literario, tuve que ampliar mis conocimientos en poética (la reflexión sobre la poesía desde sus más diversos aspectos).Y este tema, que me atrajo de inmediato, logró que emparentara mis principales intereses intelectuales: el ensayo y la metaliteratura. Comenzaban a cuadrar las cosas. No en vano aquellos escritores que eran mis preferidos también habían teorizado al respecto. Fue así que dicté un taller sobre poéticas, aprovechando la oportunidad brindada por el Centro de Estudiantes de Literatura de mi alma máter. Por esos mismos días, gracias a la invitación de un buen amigo mío, pude recitar nuevamente. No me importó que solo fuera ante diez personas. Anoté en mi cuaderno de entonces: “¿Será que la poesía desea volver a mi vida?”Por ello, cuando me regalaste una brújula, en los primeros días de abril, quedé convencido de que había llegado el momento de retomar el camino que me correspondía: la poesía.

4.
Además de Eielson, la otra figura local que admiro por su labor y legado es Sebastián Salazar Bondy. Fue por intermedio de mi padre que lo conocí. Yo tendría catorce o quince años cuando leí Lima la horrible. Me acuerdo que una noche mi padre se acercó a mi habitación, me mostró el pequeño libro, algo maltrecho por el tiempo, y lo único que me dijo fue: “Tal vez te interese.” No nos hablábamos mucho. Yo estaba en plena adolescencia. De modo que tal gesto me conmovió. Hoy sé que en aquel instante, entre lo que él acababa su frase y yo extendía mi mano, un genuino giro copernicano se daba en mi historia. Las siguientes noches las dediqué por entero a su lectura y, una vez terminado, nunca más pude ver de la misma manera la vida en Lima. Y si hablo de Sebastián es porque conforme me fui enterando más de él, más deseaba imitarlo. Muerto a los 41 años, Sebastián fue poeta, narrador, dramaturgo, ensayista, crítico de arte, crítico literario, crítico teatral, columnista político, etc. Un intelectual comprometido. Mas no solo de palabras, sino también de acciones. Sus intervenciones públicas a través de los medios moldearon la cultura peruana por cerca de una década. De allí que me atreva a decir, sin duda alguna, que es uno de los antecedentes nacionales de lo que hoy se llama gestor cultural. ¿Pero hoy, en este contexto, cómo conciliar la creación, sea cual sea el género elegido; la investigación, sin quedar atrapado en la burbuja de la especialización; y la gestión cultural, y lograr un verdadero impacto en mi época; y no morir en el intento? Una pregunta que como un péndulo filudo paseó sobre mí año tras año. ¿Qué clase de artimaña arquitectónica tenía que utilizar para mi propia vida como para que, sin importar cuál fuese la puerta que abriera primero, llegase a un punto donde todos los caminos confluyeran armoniosamente? No me podía conformar con una sola opción porque estaría traicionándome.

Síntesis: 1 + 2 + 3 + 4 = La Diosa Ambarina

La Señal que llegó finalmente en forma de sueño. Las Revelaciones que se presentaron ante mí luego de leer una frase de Eielsona. La Reconciliación con la poesía. La Necesidad de integrar todas las búsquedas.

Tiempo de actuar.

Paulo César Peña